jueves, enero 12, 2012

La visita a Venezuela

Oh salve reina Maria Lionza
Por Venezuela, va con su onza
Y cuidando está y va velando
A su tierra entera desde el Guajiro Hasta Cumaná

La visita reciente que hizo el presidente Humala a Venezuela nos da motivo para hablar de política después de buen tiempo porque la política menuda que usualmente es la moneda corriente en el Perú no da motivo para discusiones serias.

Enfocándonos en el Orinoco, en principio creemos que hay muchos negocios que ambos países pueden realizar juntos teniendo en cuenta que la ecuación Venezuela=Chávez no es cierta como la derecha-bruta-y-achorada quiere vender (DBA es un término acuñado por el periodista Juan Carlos Tafur).

En el sector privado como es ampliamente conocido el rubro textil peruano tiene un mercado extremadamente atractivo en Venezuela (salvando los problemas de pago que hubo anteriormente).
Sin embargo, cuando se tocan los acuerdos petroleros suenan las alarmas de sospecha: "¿tendrán alguna relación con el rumoreado financiamiento a la campaña electoral de Humala?". Si bien negocios son negocios, como lo muestra la relación comercial de EE.UU. con Venezuela, en este caso la participación de PetroPerú despierta fundadas sospechas de que hay algo raro. PetroPerú no es precisamente un ejemplo de empresa eficiente ni mucho menos y ha sido tradicionalmente un espacio de partidarios ó ayayeros del gobierno de turno. Acá la pregunta sería ¿por qué precisamente PetroPerú reiniciaciaría actividades de exploración o explotación justamente ahora con una empresa como PDVSA? Múltiples analistas centristas se están preguntando lo mismo.

Reputados diplomáticos como Juan Velit dicen que las relaciones con Venezuela son geoestratégicas y que deben ser enfocadas como tales. Un académico muy estudioso como Farid Kajatt comenta que un gobernante de signo político muy diferente como el colombiano Santos se lleva muy bien con Chávez.

Esto podría justificar todo el despliegue que ha hecho Humala en su encuentro con Chávez. Lamentablemente no lo vemos así. Pasados casi seis meses de gobierno este régimen sigue siendo un misterio y desde algún punto de vista podría ser visto como una continuidad absoluta del último gobierno aprista, tan eficiente en el no-hacer-nada-dejar-que-todo-siga-solo. Da la impresión que Humala estuviera dejando las puertas abiertas por si acaso en algún momento de "decisión obligada" se viera tentado a virar hacia un populismo tipo Cristina Fernández ó hacia un endurecimiento antiprensa tipo Rafael Correa ó hacia lo más temido, hacia un avasallamiento a la democracia tipo Hugo Chávez. Sin embargo, también -viendo el coqueteo de la Confiep- sería posible un enderechamiento rabioso con el apoyo fascinado del fujimorismo. Hasta el momento nada está claro.

A estas alturas veo que mi decisión de votar en blanco en estas últimas elecciones estuvo correcta. No podía darle un cheque en blanco a un grupo que no había ofrecido nada, tan sólo ideas gaseosas, quizá elaboradas en colaboración con la primera dama, que tantos veían (o ven) como inteligente. Yo no me compré ese cuento. Veo más bien como de mal gusto (expresándolo elegantemente) el protagonismo de la primera dama en la toma de decisiones, mejor dicho de indecisiones, del gobierno.

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