Dentro del estudio sicoanalítico freudiano los Complejos de Edipo y Electra ocupan muchos textos de estudio. Pero las relaciones en la vida diaria no sólo se dan entre hombres y mujeres sinó también entre hombres-hombres y mujeres-mujeres.
En al ámbito familiar las relaciones de las madres con sus hijos hombres suelen ser las más armoniosas -creo yo-. En términos generales no hay hijos hombres que tengan problemas mayores con sus mamás. Lo veo cuando el hijo la lleva a almorzar un fin de semana o cuando la llama para ver cómo le va con su nuevo medicamento o cuando queda con ella para llevarla a reparar ese televisor que se descompuso. Veo también que no hay ofensa más grande para un hijo que una mentada de madre (¿tendrán esa misma ira las hijas mujeres?). Las esposas de algunos hombres además suelen acusar a sus cónyuges de padecer mamitis porque estos siempre están al pendiente de ellas. Pero la relación estrecha madre-hijo se mantiene hasta en las situaciones más difíciles, como lo es la entrada a una cárcel. Véase el clásico El preso por Fruko y sus Tesos o Amor verdadero por Afro-Cuban All Stars (por cierto tremendo rumbón).
En situaciones más rutinarias podemos observar a las madres orgullosas de las conquistas amorosas de sus hijos varones porque a ellos todos les está permido por ellas para ser felices.
La otra dupla famosa, padre-hija ha sido también motivo de estudio. Sin entrar a términos rebuscados no cabe duda que una hija puede desarmar a cualquier padre por más que aparente ser un cuco. La fragilidad y la belleza de una hija puede embobar y cambiar la forma como se comportaba un hombre. Una imagen perfecta la da esta propaganda. Luego, cuando el tiempo avanza ¿no han visto cuán orgullosamente camina el papá cuando va con su hija rumbo al altar?
Pero sucede que hay muchos casos en los que el hombre desaparece del hogar (o de la vida de la que fue su mujer) antes de que conozca a la hija, así que hay demasiadas situaciones en las que la hija no conoce al padre. Sin embargo también hay muchas situaciones en las que habiendo estado el padre en la vida del hogar la hija le guarda cierto resentimiento por no haber participado más en la vida hogareña mientras ella crecía. Parece que las mujeres no olvidan.
La tercera dupla posible es la de padre-hijo. Esta tiene sus respectivas simplezas y complicaciones. Podría ser simple esperar que el hombre mantenga su dureza varonil ("los hombres no deben llorar"). Así está diseñada la naturaleza a pesar de que en las últimas décadas ha habido una especie de bienvenida a los hombres sensibles. Pero más allá de estas modas, el papel del hombre normal es el que esperan sus padres, al margen de toda la propaganda y arte con los que bombardean los homosexuales los medios de expresión.
Muchas veces los papás esperan de sus hijos varones ciertos logros o desempeños que éstos no realizan o no quieren cumplir. Son emblemáticos los casos de Mario Vargas Llosa y Jaime Bayly. Muchas veces sucede que, dado el nivel de conflicto entre las partes, el hijo opta por alejarse y hacer su vida sin cruzarse con su progenitor. Aquí puede percibirse particularmente dolorosa la decisición del hijo de evitar cualquier relación futura con su padre. Estos hechos aparentemente son muy cotidianos. La última vez que vi en el cine una relación dura/distante entre padre e hijo fue en Gran Torino, obra del mítico Clint Eastwood.
He dejado para el final la relación que me parece más complicada, mamá-hija. Hay veces en las que esta relación podría bautizarse como tormentosa. Probablemente hacia la adolescencia de la hija la relación se complicaría. En un hogar regular podría dibujarse este escenario: el padre le quita autoridad a la madre para permitir ciertos caprichos de la joven. Podría ahí nacer cierto conflicto en algunos tipos de hogar. Un caso extremo y sórdido fue el asesinato que protagonizó una estudiante universitaria hace unos años. Ahora sin tener que llegar a estos extremos, desde mi perspectiva masculina, podría decir que la naturaleza femenina puede ser muy conflictiva con personas de su mismo sexo (esto es particularmente cierto entre suegras y nueras o entre chicas que se pelean por el novio de una de ellas).
Pero no todo es negativo. En estas épocas de divorcios y separaciones, muchas mujeres regresan a la casa de sus padres (o de su madre) para vivir juntos. Quizá en muchos de estos casos las mujeres se vuelven muy amigas y confidentes.
Independientemente de las particularidades de las cuatro relaciones posibles escuché cierta vez -creo que al Dr. F. Maestre- decir que para prever la armonía con la que uno se llevaría con la pareja sería conveniente saber cómo era la relación de ésta con su madre.
En al ámbito familiar las relaciones de las madres con sus hijos hombres suelen ser las más armoniosas -creo yo-. En términos generales no hay hijos hombres que tengan problemas mayores con sus mamás. Lo veo cuando el hijo la lleva a almorzar un fin de semana o cuando la llama para ver cómo le va con su nuevo medicamento o cuando queda con ella para llevarla a reparar ese televisor que se descompuso. Veo también que no hay ofensa más grande para un hijo que una mentada de madre (¿tendrán esa misma ira las hijas mujeres?). Las esposas de algunos hombres además suelen acusar a sus cónyuges de padecer mamitis porque estos siempre están al pendiente de ellas. Pero la relación estrecha madre-hijo se mantiene hasta en las situaciones más difíciles, como lo es la entrada a una cárcel. Véase el clásico El preso por Fruko y sus Tesos o Amor verdadero por Afro-Cuban All Stars (por cierto tremendo rumbón).
De El preso:
Solo vivo del recuerdo
eterno de mi madre
ay ay ay solo espero que llegue
ay ay ay el dia que la muerte
ay ay ay me llegue a estar con ella
ay al fin cambiara mi suerte
De Amor verdadero:
Recuerden lo que les digo
Que en la prisión y en la cama
Sólo nuestra madre nos ama, caramba,
no hay dinero, no hay amigos
¡Linda guajira mi son te llama!
En situaciones más rutinarias podemos observar a las madres orgullosas de las conquistas amorosas de sus hijos varones porque a ellos todos les está permido por ellas para ser felices.
La otra dupla famosa, padre-hija ha sido también motivo de estudio. Sin entrar a términos rebuscados no cabe duda que una hija puede desarmar a cualquier padre por más que aparente ser un cuco. La fragilidad y la belleza de una hija puede embobar y cambiar la forma como se comportaba un hombre. Una imagen perfecta la da esta propaganda. Luego, cuando el tiempo avanza ¿no han visto cuán orgullosamente camina el papá cuando va con su hija rumbo al altar?
Pero sucede que hay muchos casos en los que el hombre desaparece del hogar (o de la vida de la que fue su mujer) antes de que conozca a la hija, así que hay demasiadas situaciones en las que la hija no conoce al padre. Sin embargo también hay muchas situaciones en las que habiendo estado el padre en la vida del hogar la hija le guarda cierto resentimiento por no haber participado más en la vida hogareña mientras ella crecía. Parece que las mujeres no olvidan.
La tercera dupla posible es la de padre-hijo. Esta tiene sus respectivas simplezas y complicaciones. Podría ser simple esperar que el hombre mantenga su dureza varonil ("los hombres no deben llorar"). Así está diseñada la naturaleza a pesar de que en las últimas décadas ha habido una especie de bienvenida a los hombres sensibles. Pero más allá de estas modas, el papel del hombre normal es el que esperan sus padres, al margen de toda la propaganda y arte con los que bombardean los homosexuales los medios de expresión.
Muchas veces los papás esperan de sus hijos varones ciertos logros o desempeños que éstos no realizan o no quieren cumplir. Son emblemáticos los casos de Mario Vargas Llosa y Jaime Bayly. Muchas veces sucede que, dado el nivel de conflicto entre las partes, el hijo opta por alejarse y hacer su vida sin cruzarse con su progenitor. Aquí puede percibirse particularmente dolorosa la decisición del hijo de evitar cualquier relación futura con su padre. Estos hechos aparentemente son muy cotidianos. La última vez que vi en el cine una relación dura/distante entre padre e hijo fue en Gran Torino, obra del mítico Clint Eastwood.
He dejado para el final la relación que me parece más complicada, mamá-hija. Hay veces en las que esta relación podría bautizarse como tormentosa. Probablemente hacia la adolescencia de la hija la relación se complicaría. En un hogar regular podría dibujarse este escenario: el padre le quita autoridad a la madre para permitir ciertos caprichos de la joven. Podría ahí nacer cierto conflicto en algunos tipos de hogar. Un caso extremo y sórdido fue el asesinato que protagonizó una estudiante universitaria hace unos años. Ahora sin tener que llegar a estos extremos, desde mi perspectiva masculina, podría decir que la naturaleza femenina puede ser muy conflictiva con personas de su mismo sexo (esto es particularmente cierto entre suegras y nueras o entre chicas que se pelean por el novio de una de ellas).
Pero no todo es negativo. En estas épocas de divorcios y separaciones, muchas mujeres regresan a la casa de sus padres (o de su madre) para vivir juntos. Quizá en muchos de estos casos las mujeres se vuelven muy amigas y confidentes.
Independientemente de las particularidades de las cuatro relaciones posibles escuché cierta vez -creo que al Dr. F. Maestre- decir que para prever la armonía con la que uno se llevaría con la pareja sería conveniente saber cómo era la relación de ésta con su madre.
2 comentarios:
Buen post Julito.
En efecto, es muy complicado eso de las relaciones interpersonales.
Por ello es mejor andar solo y
-por ejemplo- juntarse con las hembras sólo para aparearse (así nos evitamos problemas.)
el biondi
Creo que el amor de madre se ha sublimado mucho debido a la razón y al pensamiento deductivo propios de los humanos. En el fondo se trata del instinto maternal que aflora en mayor o menor intensidad según la carga genética que porte la madre y a los complejos sicológicos que el mundo ha sembrado en su subconciente. En el padre el comportamiento es menos amoroso y más racional debido a que la naturaleza paterna no ha podido desligarse de su papel de guardián y protector de la manada.
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