lunes, mayo 28, 2012

Viajando en bus (7) - Paraguay: calor y militarismo

El ingreso a territorio de Paraguay esta vez será a fondo. El ajuste de hora será definitivo pues hemos de cruzar el país. Demoraremos aproximadamente cinco horas en llegar a Asunción. En el camino apreciaremos muchos campos de cultivo y ganado. Lo que me llama mucho la atención es la tierra rojiza de gran parte las tierras agrícolas.

Camino a Asunción
El ingreso por el autopista a Asunción deriva en un mercado callejero desordenado. Pero saliendo de ese sector entramos a la ciudad propiamente, que nos comienza a mostrar su perfil tranquilo. Sin embargo, en una de las vistas pasamos por una plaza que está tomada por habitantes sumidos en la pobreza, los sin tierra podríamos decir. Seguimos haciendo nuestro recorrido apreciando parques, plazas, casonas, cuarteles y edificios en general. La ciudad se nos muestra muy pacífica. Hemos de observar que hay muchos edificios que están relacionados con los militares, con las calles parece que pasa lo mismo: observamos muchos nombres de militares. Parece que la influencia del militarismo dejó unas huellas muy profundas en la historia contemporánea del país. Por estos días hay una reunión de mandatarios sudamericanos en la capital paraguaya por lo que estacionar el bus en el centro de la ciudad no es posible; observamos la mayoría del paisaje a bordo.

La hora del almuerzo llega en una churrasquería al estilo brasileño (supongo que con carne paraguaya). Los cortes que nos sirven los mozos están perfectos y el acompañamiento con ensaladas y guarniciones redondean la comida. Al final un mozo recorre la mesa cobrándonos individualmente, lo que es muy práctico por el tema de los vueltos.

Damos un pequeño recorrido más y paramos en un grifo para surtirnos de bebidas y bocaditos para unas próximas horas. Nos esperan unas ocho horas de recorrido hasta el hotel donde pernoctaremos, en la pequeña ciudad de Filadelfia. Esta vez el trayecto será más monótono, aunque hay campo y ganado, hay menos poblaciones. Así que cuando llegamos a un grifo (con tienda) intermedio la bajada del bus se hace con mucho entusiasmo.

Finalmente, en plena noche arribamos a Filadelfia. Vamos de inmediato rumbo a nuestro hotel. Ya registrados nos apuramos en solicitar algo que comer, antes de que cierre el restaurante interno. La pizza está muy bien preparada. No hay nada que hacer, hay mucho gusto en esa cocina.

Al día siguiente, muy temprano, luego del buen desayuno, una vuelta por un parque muy bien cuidado y un museo de antigüedades nos permitirá fijar en el recuerdo esta colonia alemana en Paraguay, que inclusive tiene un conservatorio de música.

El tercer tramo en la república paraguaya (conjuntamente con la primera parte en Bolivia) fue probablemente la etapa más aventurera del viaje. Atravesar el Chaco seco, estoy seguro, nos ha quedado, a todos los que viajamos en aquel bus, grabado en nuestras memorias imperecederamente. La carretera en ese sector estaba en proceso de reparación por lo que a todo lo largo habían áreas sin asfalto (al parecer ya había sido removido para colocar el nuevo material) y el vehículo tenía que andar culebreando el camino para sortear los huecos. El promedio de velocidad, por tanto, era muy moderado. Por si fuera poco, el calor en esta región es sumamente fuerte, lo que hacía más penoso el trayecto. Tras unas dos horas de viaje llegamos al puesto de migración Mariscal Estigarribia donde sellaron (de salida) nuestros pasaportes. Para los que no han estado por allí es interesante este dato que indica cuán inhóspita es esta región: para la frontera definitiva nos quedan más de cuatro horas de viaje. Pero según el pasaporte ya podríamos decir que hemos dejado Paraguay.

En esta parte del viaje prácticamente no nos cruzamos con otros vehículos, pasan muy contadísimos ómnibus o camiones. Una hora antes de llegar a la frontera boliviana llegamos a un lugar denominado La Patria (hasta el nombre es digno de una novela cheguevarista). Acá hay un puesto de control militar y una tienda, de esas que están heroicamente en los fines-del-mundo. Bajamos del bus, y cuales atacantes sedientos arrasamos con las latas de cerveza Ouro Fino (convenientemente heladas) que felizmente tenían para vendernos.

Sabiendo que nos faltaba relativamente poco abordamos más tranquilos el bus. Es así que llegamos al puesto fronterizo donde dos o tres funcionarios paraguayos guarecidos en la sombra nos comentan que nos será imposible llegar ese mismo día a Santa Cruz de la Sierra. Es notorio que los vecinos de los bolivianos no se llevan bien con ellos (o por lo menos no todo lo bien que se supone lo harían). La espera nuestra en el lugar se debe a que las autoridades bolivianas (en un puesto de control a unos pasos) se demoran en autorizar la entrada del bus a territorio boliviano. Al parecer ellos ven como muy extraño que un ómnibus con matrícula peruana esté transitando por una carretera de poquísimo tránsito con turistas no-bolivianos-ni-paraguayos. Hay que tener en cuenta además que la pista en el cruce fronterizo está bloqueada (el sector que comienza hacia el interior de Bolivia está prácticamente listo pero no se ha puesto en funcionamiento, o por divergencias con Paraguay o por las protestas de los campesinos bolivianos de la región). Cuando finalmente el vehículo tiene la autorización para el ingreso éste lo hace por la pista afirmada que va paralela a la carretera no abierta. La aventura proseguirá en territorio boliviano.

La capital ya está cerca

Ingresando a la ciudad con desorden

Los sin tierra

Centro de Asunción

Centro del poder

Típico ómnibus de transporte público

Cruzando el río Paraguay

Rumbo a Filadelfia

Árbol en forma de bombín en bonito parque de Filadelfia

Puesto de migraciones Mariscal Estigarribia

El dífícil Chaco Seco

La Patria: restaurante-tienda en medio del Chaco

La cerveza helada de la sobrevivencia

Puesto de control fronterizo Paraguay-Bolivia


AQUI CONTINÚA LA CRÓNICA

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