martes, mayo 29, 2012

Otra vez el caos

Las protestas de Espinar me llevan a generar preguntas que mantengo sin respuestas, sólo tengo hipótesis sueltas. La pregunta inicial es por supuesto "¿Por qué son estas protestas?". Descarto como principal causa el interés ecológico, interés manejado a nivel global por élites educadas, que tienen conciencia de los daños al planeta, no por personas que aún no cubren sus necesidades básicas. No he visto comunidades campesinas que se hayan pronunciado contra la maligna minería informal, cuyos daños al medioambiente son terribles. Por tanto, la coartada de interés ecológico no me parece cierta. La historia de Tambogrande podría servir como caso de estudio.

Por otro lado, un  asunto de lo más esquizofrénico es la "presencia del Estado" en estas protestas. Resulta que las autoridades municipales o provinciales o regionales en muchos casos están metidas en el conflicto participando "contra el Estado" siendo ellas mismas representantes del Estado. Este problema hasta ahora (desde que se inició la regionalización incompleta) no ha podido resolverse, y cada vez que suceden estos desmanes los "comités representantes del pueblo" que surgen para la ocasión exigen la presencia de algún ministro, primer ministro o aún el presidente de la república. Ergo, su "intermediario" local es un cero a la izquierda en este tipo de conflictos.

En el armazón de este escenario también participan las voces de la derecha extrema, para la que todo se debe resolver a punta de bala. Para conocer este tipo de pensamiento primitivo puede ser muy gráfico escuchar a la congresista Alcorta o similar. Estas personas siempre han confundido en este país causa con efecto. Ellos creen que el alboroto surge porque aparecen "revoltosos malditos" que quieren el caos. No se dan cuenta que más bien, los revoltosos aparecen porque hay condiciones objetivas sociales que los generan. Algo así como las larvas de gusanos que aparecen en baldes que mantienen agua depositada por mucho tiempo: el agua malograda propicia la apareción de esos organismos.

Pero regresemos a los protestantes. Mi teoría es que la "circulación de muchísima plata" que generan las empresas mineras grandes produce un sentimiento de indignación en gran parte de las poblaciones adjuntas a los asentamientos mineros. Esto se produciría por la constatación de la propia miseria o por deseos de insatisfacción de no tener lo que se piensa se merece (esto es, si hay tanta riqueza "yo también quiero participar del banquete"). Efectivamente hay mucho dinero disponible en muchos gobiernos locales o regionales pero hay muchas carencias de toda clase de servicios también (salud miserable, educación paupérrima, infraestructura incompleta). Este nudo sigue sin resolverse porque el incompetente alcalde o presidente regional no gasta o no ejecuta y porque el inhábil gobierno central no tiene un plan para apoyar en el desempeño correspondiente.

Sin la participación decidida de un gobierno central que quiera tomar al toro por las astas no veo soluciones a la vista. Estados de emergencia, balas y gases lacrimógenos son sólo calmantes para estos conflictos. Si el régimen sigue sin estrategia al respecto no veo salidas definitivas, menos con un primer ministro sin visión política experta.

Otras interrogantes:

- ¿Por qué las poblaciones no evalúan la capacidad de sus autoridades locales?
- ¿Cuál es la alternativa viable de las dirigencias ultraizquierdistas?
- ¿Tan difícil es implementar el mejor hospital del país (con médicos incluídos) en Espinar o Huancavelica?

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