Si bien Fernando Altuve tiene razón cuando dice que todos los países espían (como lo saben todos los muchachos de 1º de secundaria) el problema es -como dice bien Augusto Álvarez Rodrich- que Chile habría aplicado la acción en forma burda y delincuencial, y en todo caso, con mucho roche.
La verdad es que he sentido vergüenza ajena cuando he visto a los mandos chilenos negando todo (me daban pena aún con sus insolentes declaraciones). Pero qué les quedaba decir cuando fueron desenmascarados: no tenían escapatoria, tenían que negar todo. Empero ya conocemos a la clase gobernante chilena. No es la primera vez que tienen este tipo de problemas con espías. Recuérdese también la venta de armas a Ecuador cuando el Perú estaba en conflicto con ese país. Recuérdese además el apoyo espía a Inglaterra en la guerra de las Malvinas. Es fácil concluir que un buen gobernante del Perú no puede (no debe) confiar en la palabra de Chile: todo debe estar absolutamente estipulado, en negro sobre blanco. Por defecto habría que asumir que siempre hemos estado (y seguimos estando) frente a un país tramposo.
Es evidente que el poder que ejercen los militares en Chile sigue incólume, como muy bien lo expone en El Comercio Juan Paredes Castro:
Es una comprobación cada vez más triste que la subordinación militar al poder civil en Chile siga siendo una cuestión pendiente y que se agrave con la hipoteca de su democracia y su economía a una carrera armamentista de la que nadie, en ese país, quiere rendir cuentas.
Por nuestro lado hay mucho que investigar puesto que no tiene mucho sentido suponer que un suboficial de las fuerzas armadas pueda tener acceso a secretos militares. El mínimo sentido común indica que hay oficiales metidos en el asunto.
En cuanto al punto de vista de nuestros amantes de la inversión ("venga de donde venga") habría que restregarles el pronunciamiento de Adex: los intereses del gremio están subordinados a los del país (¿alguna vez Confiep expresará algo similar?). Para los amantes mondos y lirondos del capital chileno va una caricatura del inigualable Carlín:
Regresando al modo de proceder de García antes del incidente, Juan Sheput lo dice sin tapujos:
Si Chile ha avanzado hasta límites intolerables es porque sabe el nivel poco digno de la política peruana empezando por el Partido Aprista, su dirigencia y como es obvio Alan García, que sin dignidad ni respeto por nuestra historia se han colocado como serviles ante el ímpetu económico chileno. Los chilenos avanzan hasta estos extremos intolerables porque saben que al norte hay un presidente como Alan García al cual sólo le interesan las "inversiones" que no son otra cosa que vulgares negocios. Pero Alan García no está sólo. Nuestra crisis de país sin élites nos lleva a que a García lo rodeen una corte de periodistas sin visión de país, empresarios enloquecidos por la ganancia fácil que han sido incapaces de formar una burguesía patriota y digna y cómo no, políticos que no entienden lo que es geopolítica y defensa de los intereses de la República.
Otra vez, el tema de las élites en discusión: sólo tenemos un país con un puñado de dirigentes empresariales angurrientos e ignorantes (-¿El prototipo? - Sí, acertó: Confiep) y un coro servil de bufones.
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