viernes, junio 21, 2013

La huachafería nuestra de cada día

En un artículo anterior escribimos que la huachafería es propia de la clase media criolla. Si bien este sector es el más educado en nuestra sociedad, aquel no está exento de taras, tal vez influído por nuestra "élite" (siempre entrecomillas) que desde siempre miró suspirando a los países europeos y a EE.UU. o tal vez espantado por el comportamiento exagerado de los sectores populares o tal vez ambas cosas.

Pero hay que reconocer que afortunadamente muchas veces la gente de dicho sector se puede reir de sí misma, aunque en otras tantas oportunidades la hipocresía se hace presente. Recuérdese por ejemplo cuando el actor Erick Elera comentó con alegría que su hija tenía tez blanca y ojos claros. Inmediatamente en los foros de Internet mucha gente opinó que con eso el actor mostraba ciertos complejos y lo desaprobó. Sin embargo, es típico en las familias peruanas de todo los espectros sociales que se "guste" mucho de la piel blanca y los ojos claros. Tal vez por eso, tiendas como Saga y Ripley muestran en sus catálogos modelos que no tienen el prototipo de la peruana promedio: porque a la gente les impresiona eso y les gusta, y no al revés (porque quieran "imponer" un gusto que no corresponde a nuestra realidad).

Hay también una tendencia huachafa por el uso de frases en inglés, tanto en la designación de marcas como en el uso de modismos. No es infrecuente encontrar tiendas que se publicitan como "Baby store" o pequeñas empresas que se bautizan como "Systems Technology & Support". Aún un centro comercial como el Jockey Plaza utiliza la denominación "Food Court" para nombrar a su comedor de comida rápida. También los eventos de distinta índole dan su bienvenida en inglés, como "Fashion Week". No faltan los profesionales a los que les encanta decir en sus exposiciones términos como "Trending topic" o "Twitter followers" (queriendo impresionar a su auditorio).


La clase media peruana muchas veces no tiene la seguridad para exponer sin reservas sus gustos por el temor al qué dirán. Por ejemplo sólo se animó a comer en público "tallarines a la huancaína" cuando la súper estrella Gastón Acurio dijo que se podía hacer fuera del circuito de comida semiclandestina (ciertos huariques y expendores de comida cerca a ciertas zonas laborales). Lo mismo sucedió con la música chicha. Pocos años atrás solamente esa música estaba proscrita para el sector medio. Tan pronto se puso de moda en el sector socioeconómico más alto no hubo problema en adoptarla (y adaptarla) para sí, como se hizo con el grupo Bareto. De alguna manera algo similar había pasado décadas antes con la salsa en los años setentas y ochentas (esto lo grafica Carlos Alcántara en sus unipersonales y en la película "Asu Mare").

Si la huachafería es parte de la identidad de un gran sector de la sociedad peruana creo que no hay que sentir miedo de aparecer sinceramente huachafo cuando es menester para mostrarnos como somos realmente.


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