Imprimí el cupón y lo guardé. Hasta que cierto sábado vi que era la oportunidad de probar la promoción. Ya en el restaurante -el de Javier Prado es de tipo rápido, los otros no sé- le pregunté al mozo principal si "valía" mi papel. Me dijo que hiciera mi canje por el pedido en caja. Entonces a la señorita que atendía le mostré el papel, pero me dijo que así no debía ser, que le estaba mostrando una "copia". 'Lo que pasa es que usé una impresora en B&N' argüí (el lector se puede dar cuenta de la absurda excusa de la chica: qué importa si es una copia o hasta un manuscrito, si el cupón tiene un código complicado y mi DNI). Luego de hacer las consultas correspondientes vía radio Nextel, asegurándose de que no hubiera consumido la oferta en las sucursales (aparentemente ser tramposo es el estándar), me dio mi orden de pedido.
Debo decir que no soy arrocero (es decir fanático) pero el plato estaba aceptable, aunque pienso que a las conchitas que adornaban el plato les faltaba su adorno (un gratinado por ejemplo). El plato era contundente, así que no llegué a darle vuelta totalmente, pero acompañado de una inca kola cumplió con el almuerzo sabatino.
Ya regresaré alguna vez próxima para acometer con un cebiche o tiradito. Ahora que comienza a salir el sol puede ser acompañado de una cerveza convenientemente helada.
Dos fotos más
2 comentarios:
Estimado JCA
Has tenido mucha suerte. No por el sabor del plato sino porque aceptaron la oferta.
Muchas veces esos cupones ofrecen un plato gratis pero sólo días sábado de un año bisiesto, que no sean de elecciones y sólo si tu nombre no comienza con C.
Eso de la copia fue un pretexto bien faltoso.
Saludos
Hola JCA:
Como bien señalas en tu post, los establecimientos tienen por norma desconfiar del cliente. "Se presume tramposo" podría resumir el credo del local. Y no es cosa exclusiva de restaurantes.
De todas maneras, felizmente pudiste hacer valer el cupón. Y felizmente el resultado fue bueno, dentro de todo.
Saludos.
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