jueves, junio 18, 2009
Evo, mejor no nos ayudes
Me gustaría ya publicar algo de música, comida o cine pero parece que en este país casi se está condenado a hablar de política de forma permanente. Salvo, claro, que tenga alma yupi o cerebro a lo lúcar-tapia.
Yendo al quid del asunto: el fanatismo de los izquierdistas anticuados ya fastidia. Por doquier veo a representantes del romanticismo soviético defender las expresiones anacrónicas de Evo Morales. Hasta cuando respetados caricaturistas, como Heduardo, dan su punto de vista negativo sobre el boliviano los fanáticos saltan y se ofenden -como si fuera con ellos el asunto-. No puedo negar que me da gusto ver renegar a los marxistoides huérfanos cuando se critican las debilidades del modelo evomoralista. Para estos individuos todo lo que se enfrente a EE.UU. merece la pena de ser aplaudido aunque se construya un mamarracho ideológico-económico que está perdido en el tiempo (40 años de desfase) y que está perdido en lo que interpreta como nacional (confundido con lo étnico).
Tal parece que Morales aplica la clásica pendularidad extrema que siempre hemos tenido en América Latina: desde una visión excluyente absolutamente capitalista y antimestiza hasta una mirada que añora a gritos el regreso del Imperio pre-conquista (renegando por supuesto de la contaminación española). Todo esto por supuesto sazonado con una visión marxistaleninista asovietizada. O sea, todo un cóctel que sabe a diablos y que por supuesto termina siempre enfermando (más) al paciente. Morales -creo- no vio la película Goodbye Lenin.
Por otro lado, no se puede hablar de Evo sin mencionar a su protector, don Hugo. Sólo quiero mencionar que esos mismos izquierdistas que antes se enfrentaron al dictador Fujimori no dicen esta boca es mía cuando se trata de criticar el copamiento que avanza como una aplanadora en Venezuela. Justificaron la cancelación de un canal privado de televisión y ahora justificarán el amedrentamiento del otro canal de televisión. ¡Qué diferente acá! Aquí sí denunciaban la caída de la prensa en manos del fujimontesinismo y el arrasamiento institucional. En Venezuela estamos viendo en diferido lo que sucedió acá con el régimen de Fujimori. Sin embargo, nuestros izquierdistas y adjuntos se hacen los cojudos y no dicen ni pio, "no se meten en asuntos internos" (¿Ollanta, estás?).
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