Al inefable Aldito no le gustan los cholos, salvo que sirvan para "hacer bulto" cuando están de acuerdo con él en las votaciones o encuestas. Pero qué molestos que son -piensa- cuando defienden su hábitat frente a las mineras, sus organizaciones favoritas. ¿Tanto problema por un poco de plomo o mercurio en las aguas que bebe el pueblo? Él razona: si los ingresos por minerales son tantos millones qué importan un poco de cholos enfermos o contaminados, es "el precio que hay que pagar". Por eso está de acuerdo con perseguir a esas ONGs tan jodidas, que ponen piedras en el camino -y en la carretera- para defender la salud de la gente, para defender ese bien tan valioso como es el agua, ese bien que hasta un niño de primero de primaria sabe que será escaso en las próximas décadas. Aldito cree que no es su problema porque su casa no está cerca de los focos de contaminación, además como sólo padecen cholos, pues no hay que hacer tanto alboroto.
Pero Aldito tiene contradicciones graves. Cuando el pueblo boliviano elige a Evo dice "estos cholos brutos han elegido retroceder". Cuando los tratos del gobierno boliviano con las mineras y empresas de energía han resultado exitosos piensa "Pero qué empresas tan tontas, permitirle al gobierno ponerles condiciones". Por allá todos están contentos pero Aldito se siente triste porque las empresas han tenido más vergüenza que él para mantener condiciones desventajosas para el Estado. Cuando se pide rebajas de tarifas frente a Telefónica también actúa así, dice los "contratos son sagrados, no se tocan ni con el pétalo de una rosa", pero, oh! otra vez, una transnacional tiene más sensibilidad y CRITERIO que él. Para él todo está de un lado. Empresas sagradas vengan con capital por favor.
El pueblo fue bruto por protestar pero cuando se le encuesta y mayoritariamente está a favor de la pena de muerte para violadores y tantos más Aldito dice "Pero si la mayoría lo dice, hay que hacerle caso". Aldito sólo quiere a los cholos como bulto y cuando no "den problemas".
Aldito, como todo derechista que se precie prefiere el orden a la justicia. Parte de este orden es no permitir que las empleadas se bañen con los patrones en Asia (¡cómo se van a meter al mismo tiempo esas muchachas a la piscina o a la playa, además deben usar uniforme siempre!). Aldito está contento con que las playas sean invadidas por la propiedad privada (la ley dice lo contrario pero me haré el loco, ese es un problema frívolo nomás).
Aldito odia con toda su alma lo que suene a "socialista" o "rojo", aj, él quiere ser como Estados Unidos. De vez en cuando raja de Bush pero "¿Por qué no convertimos Lima en una Miami -eliminando cholos por supuesto-?". Malditas ONGs, son organizaciones que albergan a rojos y rosados, ¡que las fiscalicen, que las jodan! Aldito envidia que los intelectuales de este país estén adscritos a ellas. Investigan y lo ningunean. Está bien el desprecio que sienten por él, total no tiene corazón, para él todo está regido en el universo por el capital. A veces me da pena porque es como un pobre vocero voluntarioso de los que fueron los terratenientes del Perú. Pero están en retirada, cada vez los cholos invaden más todos los espacios: universidades, urbanizaciones, clubes, discotecas, aj, me quiero ir a Miami (o a Chile). Aldito también odia a Velasco, salvo cuando le pagan sus utilidades en marzo o abril. Gracias a Velasco los trabajadores de las empresas tienen derecho a cobrar un porcentaje de las utilidades. Ahora, si no pagan utilidades quizá pueda odiarlo sin arrepentimiento.
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