
A raíz de la presentación del libro
Chicha Power vuelve a la reflexión el tema de la peruanidad, de encontrar lo que unifica a los grupos sociales y étnicos tan diversos en el Perú como peruanos-a-secas. Como muchos entendidos mencionan, esto está en proceso, se está
cocinando la nacionalidad. Este verbo es adecuado ya que un rubro que nos identifica orgullosamente es justamente la gastronomía. Esta representaría la fusión de todo y para todos. De manera similar, la chicha (la música), independientemente de su calidad musical, ha juntado al poblador del arenal con el poblador más moderno. (En realidad, esto de "juntar" sólo es un comienzo -y un eufemismo- para reconocernos como parte del mismo colectivo llamado Nación).
Esta nación es una nación joven, tanto como las demás de Latinoamérica. A tenor de lo que nos dice Hernán Casciari, en el equivalente humano el Perú tendría unos trece años:
España tiene hijos por todas partes (casi todos de trece años) que viven lejos.
El artículo de Casciari que se titula
La verdadera edad de los países es muy divertido y a la vez nos permite ubicar en su verdadera dimensión las dificultades que atraviesan nuestras sociedades para ser viables. No es lo mismo un país joven que uno con harto recorrido (que además usufructuó las riquezas de muchos otros de todo el mundo).
Cuando en 1532 los españoles llegaron a estas tierras se produjo un encontrón de inconmensurable magnitud, encontrón traumático del que todavía tratamos de reponernos hoy (siglo XXI). El país que nació no fue ni un Imperio Incaico restaurado ni fue una Nueva España. La criatura que fue dada a luz tenía de ambos mundos pero tuvo que ir creciendo con tremendas dificultades. Lo que pasó pasó, es imposible desligar la nacionalidad peruana de la herencia española, por más que muchos peruanos renieguen de ese hecho. El tema es que esa historia debe asumirse en algún momento sin dolor para superar el terrible trauma. De lo contrario aparecerán cada cierto tiempo grupúsculos con cierta filosofía evista que quieren un retorno al pasado. Pero tampoco América Latina debería soñar con Europa y no debería pretender ser como ellos. Esta región debe encontrar su propio horizonte aprovechando las experiencias ajenas pero siendo única y diferente.
Ya varias décadas atrás Luis Alberto Sánchez había escrito
Retrato de un país adolescente indicando con el título de qué se hablaba cuando se estudiaba la corta historia de la nación. César Vallejo diría "Hay, hermanos, muchísimo que hacer".
Esto, el decir que el país es un país joven, nos puede dar muchas esperanzas para mejorar las cosas y eliminar las taras que aún nos mantiene lejos de lo que creemos debería ser una sociedad adelantada. Hay muchísimas cosas por mejorar y en muchas áreas deberíamos avanzar más rápido pero hay fe en la mejora. Por razones como esta podemos decir hoy, 28 de julio del 2009, con mucho entusiasmo Feliz Día Perú.