martes, enero 09, 2007

Mi empleada almorzaba con nosotros

Almorzando en El Piloto, de regreso a Lima, vemos una familia que ingresa a almorzar con una empleada doméstica. La chica estaba con su uniforme blanco.

Siempre me he preguntado por qué en un hogar donde hay pocas personas (y donde todos se conocen) la empleada -si se tiene- debe vestir con uniforme. Lo entiendo en un hotel donde uno debe identificar quiénes son los mozos o lo cargadores de maletas. Lo entiendo en un restaurante donde uno debe saber a quién dirigirse para solicitar algo. Lo entiendo en un hospital donde uno debe saber quién es la enfermera y quién el doctor. Pero, ¿en una casa? Hay dos posibilidades: o la gente anda con la cabeza reblandecida y el uniforme ayuda o la gente tiene un complejo de marca mayor en su modo de ser. ¡Por supuesto que esto último es lo cierto!

Por si esto fuera poco, muchas familias destinan a la "servidumbre" a comer en la cocina, quizá comiendo pollo mientras ellos se despachan algo más sofisticado. En otras actividades, por ejemplo no es posible que la chica se meta a la piscina con los patrones (¿tendrán miedo de que tengan granitos y contaminen el agua?).

Esto muestra entonces cómo son esos seres despreciables (los amos de casa claro) que necesitan de algo o de alguien para ser considerados (por ellos mismos inclusive) gente con "valor". Es decir, per sé, no tienen valor alguno, tan sólo con el auto o con la casa o con la empleada logran tener alguno. ¡Qué pena me da mirarte cuando te miro!

domingo, enero 07, 2007

Ya no se suspira como antes

El suspiro de limeña se dice que es un postre tradicional. La verdad no le veo lo tradicional hoy. Quizá lo fue. Tradicional y vigente es el turrón de Doña Pepa o los picarones. Pero claro, actualmente en Lima al empalagoso suspiro quizá lo consuman los mozos de los restaurantes que lo preparan (si es que no se venden). Creo que el limeño de hace un siglo era más dulcero que el de hoy. A lo mejor en Chile están más interesados en ese dulce que en el Perú. Si ellos lo quieren gozar pues adelante, aunque nuestros compatriotas se arañen y sufran por el dichoso dulce -aunque no lo consuman, claro-. Quizá si se inventa un dulce que se llame suspiro a la santiaguina, aquí en el Perú podría aumentar dramáticamente el consumo del suspiro de limeña.

Información sobre la receta: en Wikipedia

jueves, enero 04, 2007

Balthazar antes de Bajada de Reyes


El miércoles salí muy temprano de casa para una gestión. Como salí sin tomar desayuno, camino a la oficina me detuve en Balthazar, café situado en la Av. Córpac. De primer vistazo es una pastelería a lo San Antonio, aunque según mi apreciación somera, entre un 10 y 20% más caro. Mi desayuno simple constó de un jugo surtido y un croissant mixto. Creo que el jugo estuvo relativamente pequeño para los 5.50 que costó y según mi gusto estuvo un poquito más dulce de lo que dicta mi gusto. El sánguche sí estuvo muy bien. Pero todavía no puedo dar un veredicto definitivo sobre el sitio puesto que tendría que probar más.

Cuando llegué, a golpe de 7:30 había un comensal en una mesa, leyendo el periódico "como corresponde" en esta clase de cafés. Al yo estar en mesa llegó un tercer cliente y luego un cuarto. A esa última mesa arribó una segunda persona y luego una tercera, todos hombres. Entonces, estadísticamente, ocupando cuatro mesas habíamos 6 personas, todos hombres, por lo cual se podría concluir que el desayuno en la calle, en día de semana, es 100 % masculino. ¿Se han dado cuenta de que las mujeres casi siempre entran a un restaurante "por necesidad" más que por gusto de disfrutar o leer una revista?

La presencia masculina en el sitio éste es básicamente yupi, eso es lo que cabe esperar en este lugar ubicado en el corazón del distrito financiero de Lima. Me imagino que terminada la jornada laboral la pastelería aquella debe verse solitaria como las calles de San Isidro en un día de fin de semana. Conclusión: No apto para la familia.